Thursday, April 3, 2008

La Larga Estela (The Long Tail) en el sistema del libro.

Este documento fue presentado en la primera reunión del proyecto Estudio Prospectivo del sector editorial 2020. El estudio es producto de un trabajo conjunto entre el Convenio Andrés Bello y el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina, el Caribe, España y Portugal de la UNESCO.

Introducción:

El avance de las nuevas tecnologías es trasversal a toda la cadena de producción y acceso al libro. Tanto las nuevas maneras de producción como los nuevos canales de distribución prometen modificar de fondo los esquemas tradicionales de hacer negocios en el mundo editorial.

El CERLALC reconoce que la proliferación de las nuevas tecnologías preocupa a un sector de los actores del universo del libro y ofrece oportunidades sin precedentes a otros; por ello la Subdirección de Libro y desarrollo se interesa en divulgar información al respecto para que la entrada en la era digital sea beneficiosa para todos.

Con frecuencia la participación de la industria editorial de América Latina en los cambios que los avances tecnológicos han reportado al mundo del libro, ha resultado tardía y marginal. No es fácil encontrar documentación que permita comparar los ciclos de desarrollo entre las historias del libro en el mundo y en Latinoamérica.

Si bien se han logrado progresos en las técnicas de impresión (este documento mostrará parte de estos avances) no se puede considerar que América Latina haya logrado escapar del atraso. Más allá de algunos países que han liderado la impresión para grandes tirajes, la región se mantiene un paso atrás en el proceso de integrar la edición y la reproducción a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, condición invariable para dar el salto a la competencia en un mundo globalizado.

La creación de un sistema global de redes asegura que muchas barreras que actualmente mantienen al mundo dividido dejarán de existir. El investigador Chris Anderson, autor del libro The Long Tail, identifica dos tipos de “tiranías” que serán rápidamente resquebrajadas con la masificación del Internet: la del espacio físico y la de las opciones limitadas. Ambas ejercen una importante influencia en los consumidores de libros de América Latina.

La primera se refiere a que, debido a la velocidad a la que funcionan las tecnologías de información y comunicación, el conocimiento se universaliza sin que las distancias sean un obstáculo. Gracias a la implementación de la Red, objetos culturales de los más diversos orígenes se ofrecen en una misma plataforma. Internet amenaza con minimizar o redefinir la línea que separa a contrarios como “centro y periferia”, “popular y marginal”, “principal y relegado”.

La segunda “tiranía” que, según Anderson, tiembla con la llegada de Internet, la “tiranía” de las opciones limitadas, es el objeto de este documento. Con la masificación de Internet aparecen las tiendas virtuales y los catálogos en línea que operan con esquemas, servicios y productos que atienden a cada usuario de forma particular. Diseñar estos esquemas ha sido posible debido a que los productores de información conocen que el uso que dan los cibernautas a la red está regulado por sus capacidades y características personales.

La oferta de productos culturales se vuelve más diversa a medida que el uso de las nuevas tecnologías se masifica. En palabras de Anderson “el efecto principal de toda esta conectividad es acceso ilimitado y sin intermediarios a contenidos y material cultural de las más diversas especies, desde la cultura para el público general hasta la franja más lejana de la cultura alternativa” (3).

El mercado editorial es particularmente sensible a estos cambios y los esquemas tradicionales de su industria ya parecen sufrir las primeras consecuencias. Al contar con formatos digitales que bajan considerablemente los costos de producción y distribución de libros, la atención a los compradores de libros de baja demanda es ahora una opción atractiva para las editoriales: la suma de estos puede significar una rentabilidad significativa y diferente a la venta de los pocos libros “mejor vendidos”.

El mercado de nichos, es decir grupos de consumidores que no representan una demanda homogénea y que no son satisfechos por la oferta de interés general, compone la larga estela de la que se ocupa este texto. Es un concepto que contrapone el impacto inmediato de los productos bestseller a la demanda perdurable de los productos alternativos, también conocidos como “libros de rotación lenta”. Los libros catalogados como bestsellers corresponden al grupo de productos a los cuales los consumidores lectores se aproximan a través de lo que expertos como Berry Dongelmans han llamado “compras impulsivas”[1] o través de la denominada cadena “boca a boca” que genera las preferencias de los lectores.

Para que el modelo funcione se requiere usar los nuevos canales de distribución (por ejemplo, a través del Internet) y adoptar formatos diferentes de publicación. Dirigirse a pequeños grupos de lectores implica ampliar la oferta editorial hasta cubrir la mayoría de intereses particulares, cuya suma puede alcanzar un valor que sobrepase la venta de productos populares y obligue a replantear la estructura del mercado.

El hecho de que los productos que conforman la larga estela tengan hoy en día más visibilidad, contribuye efectivamente al sostenimiento de un número mayor de editores y fortalece la bibliodiversidad. Además de la descripción de algunos procesos que han tenido lugar en este sector del mercado, este documento busca suscitar preguntas sobre cómo abordar la larga estela en el mundo editorial latinoamericano.

La cabeza de la estela

Hasta la aparición de las librerías virtuales, los grandes ingresos de muchas industrias editoriales proveían, principalmente, de la venta de los bestsellers. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, el término es aplicado a toda “obra literaria de gran éxito y mucha venta”.

El bestseller es una consecuencia de la aparición de la imprenta y la masificación de los libros. Es casi un producto natural de la industrialización de las labores editoriales y gráficas. Para Umberto Eco, las primeras ediciones de la biblia pauperum, o Biblia de los pobres, fueron productos diseñados para ser vendidos de forma masiva. Este tipo de proyectos editoriales no sólo abarató sensiblemente la elaboración de libro -adoptando el papel, mucho más barato y más fácil de producir que el cuero en el que se hacían los manuscritos-, sino que “comenzó a sujetarse a una condición que alguien, siglos después, atribuiría a los modernos medios de masas: la adecuación del gusto, y del lenguaje, a la capacidad receptiva media. (Apocalípticos e integrados, 31)”. Otros estudiosos de la historia del libro como Nel van Dijk identifican la presencia del bestseller en épocas posteriores a la temprana imprenta. Así, en los albores de la industrialización, el cambio de modelos de producción amparados por “los grandes y nobles mecenas al crudo mundo donde los conglomerados gigantes concentraban y acumulaban el poder, resultó en fuertes intentos de producir “grandes libros” o bestsellers[2].

Con todo, el término bestseller fue acuñado hace relativamente poco. La primera vez que puede verse la palabra impresa es en el periódico The Kansas Times & Star de 1889. Desde entonces, una parte importante de los hábitos de compra son dictados por listas en dónde se exhiben los libros más vendidos, las cuarenta canciones más populares de la semana, etc.

Los libros bestseller encabezan las listas de títulos más vendidos de los periódicos, se ofrecen en las vitrinas comerciales, aparecen en revistas, periódicos y emisoras y sus autores son el foco de atención en eventos culturales. Las editoriales pagan más a las librerías para que se construyan torres con los ejemplares de los títulos más populares y para que se ofrezcan con mayor visibilidad.

El término ha adquirido tanta importancia que en los últimos años se ha ampliado hasta designar a autores que han publicado obras de gran éxito comercial: se convirtió en una especie de marca registrada que acumula seguidores en cualquier medio de comunicación o entretenimiento, e incluso se ha logrado desplazar hasta otras industrias como la cinematográfica, donde funciona como estrategia de marketing: “una película basada en el bestseller de…”.

Nuevas mercados

Muchos bestsellers han sido reconocidos como valiosas componentes del patrimonio literario, pero para la mayoría de círculos críticos y académicos, los bestsellers siguen careciendo de atractivo a largo plazo y su valor se debe, principalmente, a razones de mercadeo y publicidad: “un producto fabricado para responder a la demanda masiva”. De acuerdo con este criterio, las cualidades literarias de estas obras son inferiores al valor publicitario con el cual se promocionan: los mismos editores reconocen que cuando publican ciertos títulos apelan al comprador impulsivo que hay dentro de los consumidores[3]. Para otros, el bestseller representa incluso una amenaza a la bibliodiversidad[4]: “la tentación de limitarse a editar productos de venta fácil y rápida es grande, con la consecuente pérdida para la diversidad cultural” (Iglesias, 2000).

La tradición en contra del bestseller es larga y a ella se han adherido grandes pensadores. En 1843, los círculos de jóvenes hegelianos del Allgemiene Literaturzeitung aseguraban que “el peor testimonio en favor de una obra es el entusiasmo con la que la masa la recibe”[5]. Más recientemente, Roland Barthes describía el bestseller como:

“una obra desacralizada, en la medida en que no es antológica, no la produce una selección, ni pasa por el filtro de una cultura y de una historia (…) la obra es tal vez fundamentalmente una obra inmediata, es decir, desprovista de toda mediación ética: así es consumida, ésa es su finalidad, su función profunda en toda la sociedad (17).”

No obstante, el mundo de la industria editorial conoce otras realidades. Un bestseller aumenta las ventas de una editorial, muchas veces hasta hacerle alcanzar el punto de equilibrio. Con las ganancias que produce, este libro permite que otros títulos menos comerciales sean publicados sin que representen un riesgo económico para la editorial. Numerosas editoriales aplican este procedimiento que sigue lo que se conoce como la regla “80-20”: el 80% del catálogo se produce con lo que se recoge de las ventas de unos pocos títulos que suman el 20%. Para algunos, la rentabilidad de las editoriales depende de menos del 20%. Greco, Rodríguez y Wharton aseguran que de 10 de los proyectos principales de las editoriales estadounidenses, 7 no alcanzan a cubrir los gastos de los autores, 2 alcanzan el punto de equilibrio y 1 alcanza el éxito comercial[6].

Este comportamiento puede ilustrarse a través de la siguiente Figura:

Esta Figura tiene como base “La Gráfica de Pareto” (1896), en la cual puede verse que las altas frecuencias de ventas de los productos populares van seguidas de cada vez más bajas frecuencias de venta de los productos con menor demanda. Éstos últimos configuran la larga estela.

La Figura deja en claro tres fenómenos principales: 1) los productos disponibles en la larga estela son mucho más numerosos de lo que se cree, 2) gracias a los nuevos medios tecnológicos es un proyecto económicamente alcanzable, y 3) si se suman los nichos de mercado que existen, los productos de la estela larga consolidan un mercado significante[7]. El desarrollo de las tecnologías de comunicación permite que la distribución, la manufacturación y el marketing de diferentes productos sean mucho más eficientes. Este fenómeno altera la definición de lo que consideramos comercialmente viable.

La nueva forma de hacer negocios implica entender que el producto número uno en la lista de los empresarios no es necesariamente el producto número uno para todos los consumidores, y que la suma de los intereses particulares a nivel mundial constituye un poder adquisitivo muy importante. En satisfacer esas múltiples variedades puede estar la clave de acceso a la era digital.

En el extremo izquierdo de la línea que aparece en la Figura encontramos aquellos títulos que se compran por millares o millones y cuyo tiempo de vida es corto (de acuerdo con economistas como de Vany y Walls, alrededor de nueve meses[8]). Pensemos en cualquier novela de John Grisham, en la mayoría de novelas rosa de asociación Romance Writers of America o en cualquier serie de esos molestos títulos de autoayuda: ¿cuántos lectores preguntarán por éstos en algunos años?[9] Su valor y peso dentro del mercado de libros se deben a que impacta fuertemente cuando conoce la luz y genera un alto rendimiento de inmediato.

Pensemos ahora en la Odisea. Nuevas ediciones del épico regreso del héroe a Ítaca se publican continuamente, si bien los tirajes son seguramente reducidos y sus ventas no ocupan un espacio significativo dentro de las ganancias de la editorial, además de que probablemente las grandes librerías no las exhiben con tanto afán como con las novedades. Si situamos esta obra en la Figura y la ponemos a competir en un plano estrictamente vertical contra cualquier bestseller, seguramente obtendremos una diferencia notoria y desfavorable.

Sin embargo, si las obras compiten en el plano horizontal, en el tiempo, el resultado será radicalmente opuesto. La demanda de muchos libros que pueden considerarse como opuestos a los bestsellers “no es muy intensa en un momento dado, pero es segura a lo largo de los años” (Zaid, 85). Libros como la Odisea son de venta permanente. Ninguno de los bestsellers alcanzaría una minúscula porción del extenso recorrido que ha hecho cualquiera de los clásicos. Los autores de bestsellers tienen que renovar su producción cada año y por lo general recurren a los finales abiertos para justificar a los lectores la compra de una nueva novela que continuará próximamente; entre tanto a Homero, de cuya existencia aún se duda, le bastaron dos obras para mantenerse vigente en la oferta editorial por más de 2.500 años.

Cierto es que muchas editoriales cuentan con catálogos en los que incluyen tanto obras de consumo masivo como obras de baja demanda. Hasta hace poco los editores exigentes y que se interesaban por el prestigio literario de su sello se veían en la obligación de publicar obras con mayores efectos económicos con el fin de financiar productos para su público más exigente, pero los tiempos han cambiado. La combinación de la industria editorial y las nuevas tecnologías le ha dado la razón a Ricardo Sabanes, quien fuera editor de Planeta. Hace unos años él aseguraba que “la venta masiva [que] alienta a balancear el fondo editorial, es necesaria, pero no es la única vía de recursos" (Martínez, 2004). Los avances tecnológicos han permitido la aparición de otras vías de recursos que abren puertas para que los títulos menos populares ganen visibilidad.

En un mundo en donde la democratización de la información a través de Internet es un hecho, la regla 80-20 ya no se cumple al pie de la letra. Sin duda, la mercancía de consumo masivo ahora tiene más y mejores competidores. Todo parece indicar que mientras los lectores tengan caminos para encontrar los productos editoriales que les interesan de manera particular, la suma de las ventas colectivas de los productos de baja demanda puede equilibrar la balanza.

En 1999 Frank Urbanowski, Director de MIT Press, observó que el hecho de que los Internautas tuvieran acceso a “segundas listas” aumentó la venta de títulos “impopulares” en un 12% (Simester, Hu y Brynjolfsson, 2007). Con la llegada del siglo xxi, estudiantes del Sloan School of Managment de MIT detectaron que, gracias al uso de Internet, diversos títulos dirigidos a nichos experimentaban un alza significativa. A pesar de que los sociólogos afirmen que los productos mainstream (o de la corriente de gusto masivo) parten de la psicología humana, debemos estar conscientes de que “entre más exploremos las alternativas, más nos inclinamos por ellas[10]” (Anderson, 18).

Un público que pide opciones

Los mercados editoriales crecieron dentro de una estructura en la cual se privilegiaba a los productos que encabezaban las listas de ventas con mayor visibilidad y más fácil acceso. De hecho hasta hace poco el mercado editorial funcionaba enfocándose en las generalidades “en lugar de analizar caso por caso para hacer que emergieran sus características especiales” (Eco, 37). Este esquema relegaba a esa inmensa lista de productos no-hits. Con el avance de las comunicaciones y con la democratización de la información el esquema parece perder vigencia, pues en Internet los productos alternativos gozan de iguales privilegios de distribución y visibilidad a los de primeras listas. El mercado masivo, en dónde la mayoría de personas consume los pocos productos que encabezan las listas, se está diversificando en incontables y concentrados nichos.

Taylor Smith, co-propietario de una empresa que administra 25 negocios dedicados exclusivamente al comercio electrónico, reconoce que hoy en día los compradores piden ampliar sus opciones. Por su parte, Chris Anderson identifica que los consumidores que antes sustentaban los productos hit ahora “están dispersos a los cuatro vientos mientras el mercado se fragmenta en nichos incontables” (Anderson, 2). De ahí que actualmente “no tiene ningún sentido entrenar empleados para que vendan unos pocos productos” (Greco, 2007).

Para aprovechar el carácter individualizado con el cual se ingresa a Internet, los mercados virtuales ofrecen a los usuarios veloces herramientas de búsqueda, oportunidades para “ojear” los contenidos de un producto y personalizan los catálogos de oferta de acuerdo a perfiles individuales. Además muchos de ellos se complementan con sistemas de recomendación, enganchando al comprador con nuevos productos “afines” a los que estaba buscando en principio. Por ello el vendedor de productos culturales ha llegado a “ocupar una posición dialéctica, activa y cómplice” (Eco, 33).

La experiencia en Internet, o la “experticia” que tenga un comprador navegando en la Red, definen la relación de éste con los productos de la larga estela. Diferentes estudios (Diamond, 1971; Wolinsky, 1986; Bakos, 1999; Anderson and Renault, 1999; Cachon, Terwiesch, and Xu, 2006) han podido comprobar que los costos de búsqueda de información de un producto determinado alteran efectivamente el precio de éste, su dispersión y la entrada de productos nuevos al mercado que generen variedad. Dichos estudios han compilado suficiente evidencia para establecer que una “disminución en los costos de búsqueda de los productos de mercado lleva directamente a una disminución en la concentración en las ventas de los productos” (Simester, Hu y Brynjolfsson, 2007). En otras palabras, generar consumidores más expertos y mejor informados sobre los productos y el funcionamiento del mercado conlleva un mercado más variado y a mejores oportunidades para los nichos.

Hoy los consumidores cuentan con un acceso más cómodo y directo a la información de productos alternativos, sin moverse de sus casas, pueden visitar librerías quieren encontrar material específico. Quienes ofrecen lo productos online deben tener en cuenta que su rol ya no es el de quien espera pasivamente detrás del mostrador. De acuerdo con Robbie Vann-Adibé, Gerente de Ecast (una empresa de distribución de música digital a través de Internet) en un mundo en el cual los costos de empaque son igual a cero y existe acceso instantáneo a todo el contenido en cierto tipo de formatos, “los consumidores exhiben un comportamiento consistente: ellos contemplan casi todo” (Anderson, 8).

Al poder ofrecer información sobre cualquier tipo de demanda, Internet parece indiferente a las listas de bestseller, a los productos hit, pues éstos ya no satisfacen a una proporción mayoritaria del público. De acuerdo a los registros de Apple del 2007, que ofrece a la venta más de un millón de canciones a través del programa Itunes, la totalidad de las canciones de su lista habían sido vendidas al menos una vez al año desde su aparición. Teniendo en cuenta que en promedio cada canción se vende por un dólar y que los costos de almacenaje, distribución y posproducción son casi nulos, no será necesario hacer demasiados cálculos para darse cuenta de la magnitud de este negocio. Por su parte, investigaciones académicas independientes han llegado a la conclusión de que de los 100.000 títulos que se ofrecen a través del catálogo digital de Amazon.com, el 98% de ellos ha vendido al menos un ejemplar cada tres meses (Anderson, 9).

Ahora bien, tratar de satisfacer la diversidad de la oferta tiene sus riesgos y hay sectores que se adaptan mejor que otros a este tipo de cambios. Para Zappo, la mayor compañía de ventas de zapatos en el mundo, este mecanismo ha reportado ventajas pero también serias preocupaciones. Su mayor ingreso proviene de las personas que, haciendo caso omiso de las tendencias del diseño, prefieren adquirir vía Internet los modelos ya pasados de temporada. Al querer almacenar toda mercancía que va quedando “fuera de moda” las bodegas de Zappo han alcanzado la extensión de diecisiete campos de fútbol (Greco, 2007). Con el avance de las otras tecnologías y los libros por demanda, el negocio editorial puede salir muy beneficiado si se enfoca (también) en la larga estela al ahorrarse todos los costos de almacenaje masivo e incluso algunos de transporte.

Así lo hizo Jason Epstein cuando, después de trabajar años en la industria editorial, fundó una empresa de libros por demanda: Los libros, como la música, están dentro de los pocos productos comercializables que pueden ser reducidos a archivos digitales y almacenados y trasmitidos electrónica y virtualmente sin ningún costo”[11].

Diversidad de libros para un mundo diverso

La reacción que el público lector tiene hacia los libros puede parecer caprichosa. Los economistas De Vany y Walls han explicado que el comportamiento de los compradores es muy difícil de anticipar[12]: “los lectores seleccionan o rechazan un libro nuevo no guiándose por preferencias que ya tenían pero describiendo lo que les gusta o no del nuevo libro”[13]. El siguiente caso servirá como ejemplo: en 1998 un escalador británico llamado Joe Simpson escribió un libro titulado Touching the Void (Tocando el vacío), una historia sobre situaciones cercanas a la muerte vividas por colegas suyos en los Andes Peruanos. Tuvo buenas críticas, pero un éxito muy modesto. Muy pronto esta obra fue olvidada. Una década más tarde, Jon Krakauer escribió Into Thin Air (Con poco aire), otro libro sobre tragedias de escaladores, que se convirtió en un éxito rotundo. Into Thin Air mencionaba el libro de Simpson y de repente Touching the Void empezó a venderse de nuevo.

Rápidamente la editorial Random House sacó una nueva edición para poder cubrir la demanda. Las librerías empezaron a promocionar el libro cerca de los expositores de Into Thin Air y las ventas siguieron creciendo. Una edición revisada de tapa blanda estuvo 14 semanas en la lista de los libros más vendidos del New York Times. Al mismo tiempo, IFC Films lanzó un documental dramatizado sobre la historia que fue aclamado por la crítica. En el año 2004 Touching The Void superaba en ventas a Into Thin Air en una proporción de 2:1.

El auge de las ventas por Internet y de la democratización de la información ha traído como consecuencia la fortificación de los nichos y la desmembración de la demanda. Afirma Gabriel Zaid que, al contrario de lo que ocurre con otros productos culturales (como los programas de televisión), “el mundo del libro no corresponde a los mercados masivos e indiferenciados, sino a las clientelas segmentadas, a los nichos especializados, a los miembros de un club de interesados” (37). Son entonces los miles de lectores y compradores quienes ahora tienen el poder de incidir en el futuro del libro y deberán ser tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones.

Desarrollos como la Impresión por Demanda han tomado gran importancia para editoriales que han visto en los muchos pequeños consumidores un negocio rentable. De esta manera los libros permanecen en cómodos archivos digitales hasta que alguien pide una copia de un título determinado, en ese momento el libro es enviado en formato digital a una imprenta cercana al lugar del cliente, disminuyendo en gran medida los costos de distribución. De acuerdo con Frank Romano “la mayor tendencia de la impresión será por demanda, literalmente un libro a la vez” (130). Desde ya se percibe “una caída en los libros impresos con fines académicos y de referencia porque se moverán hacia formatos de medios electrónicos -bien sea en formatos publicados en Internet o en formato de libros electrónicos-”.

Actualmente las impresiones digitales, que se ocupan primordialmente de escalas no masivas, representan un 25% del total de las ganancias de la industria de la impresión (Romano, 85). La constante caída de los precios de la tecnología puede traer como consecuencia impresoras que lleguen a producir una copia de un solo título para un cliente en particular. De esta manera se alcanzaría lo que Gabriel Zaid ha definido como un escenario deseable para todos los libros: “el que pudiesen alcanzar si la distribución fuera perfecta y el precio indiferente, de manera que todo posible lector interesado tuviese la oportunidad de leerlos” (46).

Hemos anunciado que el impacto de las nuevas tecnologías es trasversal. Aunque diseñada técnicamente para ejercer influencia sobre el sector de la impresión exclusivamente, la impresión por demanda promete favorecer a otros eslabones de la cadena. Entre ellos, los pequeños editores. Las eficiencias de la impresión por demanda no sólo extenderán la estela de ofertas sino que podrán beneficiar a los editores industriales, debido a que permitirán solucionar uno de sus problemas más graves: las devoluciones de los libros no vendidos por parte de las librerías.

Un ejemplo no muy lejano de esta idea es la Espresso Book Machine (EBM). Fue inventada en los años ochenta por Jeff Marshes y perfeccionada a través del tiempo por el que fuera director editorial de Random House y experto en la historia del libro, Jason Epstein. La EBM puede imprimir un ejemplar de hasta 300 páginas en blanco y negro, con portada de cuatro colores y empastada en un lapso de tres minutos (Rosen, 2006). El procedimiento es bastante simple. Los libros son escaneados y guardados en una red segura que interconecta a todas las máquinas. Un lector electrónico permite escoger el título y ordenar la impresión. En minutos el consumidor tiene un libro impreso, empastado y en cualquier idioma[14]. La descentralización de la impresión, asegura Epstein, traerá grandes beneficios a la circulación del libro y la difusión del conocimiento. Para lograr sus objetivos aspiran a que las tiendas y las librerías usen las máquinas para imprimir, tanto copias de títulos “raros”, como de los que han sido agotados o puestos fuera del inventario[15]. Actualmente, máquinas espresso de libros han sido instaladas en varios lugares del mundo: en la tienda del Banco Mundial en Nueva York, en la Biblioteca Pública de esta ciudad, en la Universidad de Alberta en Canadá, en una librería en Manchester y en las instalaciones de la Biblioteca de Alejandría en Egipto.

Al tener cómo alcanzar a una demanda especializada, poder enfocar los esfuerzos por abarcar más tipos de demanda y contar con los recursos para hacer un marketing focalizado, la industria editorial tiene la oportunidad de concentrarse en un espacio más reducido y llenar el mercado de opciones.

Con el uso y el esparcimiento de las nuevas tecnologías en el sector editorial, los compradores de libros individuales adquieren más poder a la hora de tomar decisiones en cuánto a qué se publica o qué se deja de publicar. Este hecho puede darle la vuelta al esquema que mantiene a un título comercial halando tras de sí a los muchos títulos de popularidad reducida. Las imprentas de bajos volúmenes, cada vez más comunes, justifican una producción sectorizada, casi dedicada a demandas limitadas. En manos de las editoriales está el aprovechar estas demandas minoritarias y fortalecer la bibliodiversidad.

La impresión por demanda es una opción de las muchas que tiene el sector editorial para superar las barreras geográficas de la distribución de títulos a nivel global. Enfocarse en la larga estela de la demanda llegó a ser una posibilidad de negocio gracias a que sectores paralelos se desarrollaron significativamente: los servicios de correo se volvieron más eficientes a nivel mundial, los códigos de ISBN se adoptaron en diversos países (más de 165 a la fecha), se crearon bases de datos que recogen la producción sistemáticamente, etc. Encontrar las variables exógenas al universo del libro puede ayudarnos a intuir tecnologías que aún no sospechamos.

Así mismo, mientras el mercado cambia de estructura el sector editorial conoce nuevas oportunidades que benefician a toda la cadena de producción y acceso al libro. En 1982 a un librero llamado Richard Weatherford se le ocurrió que para poder sobrevivir a las mega librerías que ya empezaban a vislumbrarse en el horizonte, las librerías de segunda mano debían unir los registros de los libros que ofrecían. El principio es bastante sencillo y sigue los parámetros expuestos en este texto: mientras que una librería de textos usados no es significativa dentro del total de las librerías, la unión de los catálogos de todas ellas resulta muy importante: el inventario colectivo sumaba, en 1997, 12.000 títulos. La base de datos fue ofrecida al público a través de Alabris, que luego pasó a complementar las listas de los títulos nuevos de la cadena de librerías Barnes and Noble y después las de Amazon.com. De acuerdo con el Book Industry Study Group el mercado online de libros usados ha crecido año tras año hasta alcanzar 2.2 billones de dólares (Anderson, 87).

Susan Rabiner comenta que antes de Amazon, y a pesar de los esfuerzos de los editores, no encontraban la manera de acercarse más a sus clientes. “No teníamos idea de qué pensaban de nuestros libros” (Boss, 2007).

Las sociedades modernas enfrentan una paradoja: “La uniformidad nos aburre y empobrece, pero la diferenciación absoluta nos aísla” (Zaid, 46). El mercado de nichos ha existido siempre, pero nunca antes hubo una manera de integrar a todos los consumidores particulares. Con servicios como estos aparecen nuevas formas de unir las demandas individuales y específicas y generar con ellas una interlocución eficiente. El mercado que antes no existía es ahora visible y muy rentable. Al tener mayor información, los consumidores de nuestra era pueden darle gusto a sus más caprichosas demandas, sin estar obligados a resignarse a los productos mainstream o a invertir esfuerzos desgastantes para encontrar alternativas. Los catálogos digitalizados, los buscadores de libros, la oferta bibliográfica por parte de las editoriales y repertorios como el RILVI que el CERLALC promueve en la región, contribuirán con este propósito.

Bibliografía:

Páginas Web:

Descripción de la Espresso Book Machine

http://www.ondemandbooks.com/

La Larga estela: el fin de Pareto”

http://babalum.wordpress.com/2006/10/12/la-larga-estela-el-fin-de-pareto/

Cultural Readings: colonization & print in the Ameritas

http://www.library.upenn.edu/exhibits/rbm/kislak/index/cultural.html

Artículos:

Boroff, Philip: “Espresso Spits out perfect book, with mangled cover (update 1)” http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601088&sid=aPGScEvJyRxw&refer=muse junio, 22 de 2007.

Boss, Shira: “The Greatest Mystery: making a bestseller” http://www.nytimes.com/2007/05/13/business/yourmoney/13book.html?_r=1&oref=slogin, mayo 13 de 2007

Brynjolfsson, Erik, Hu, Yu Jeffrey and Simester, Duncan, "Goodbye Pareto Principle, Hello Long Tail: The Effect of Search Costs on the Concentration of Product Sales" (November 2007). Available at SSRN: http://ssrn.com/abstract=953587

De Pablo, Virginia: “El precio del libro en España” Revista Pensar el libro, Número 4, agosto 2006

http://www.cerlalc.org/revista_precio/n_articulo05_a.htm

Epstein, Jason: “The future of Book”, January 2005

http://www.technologyreview.com/advertisement.aspx?ad=infotech&id=26&redirect=%2FInfotech%2F14064%2F%3Fa%3Df

Iglesias Kuntz, Lucía: “Leer a cualquier precio”, El correo UNESCO, noviembre 2000

http://www.unesco.org/courier/2000_11/sp/signe.htm

Gómez, Ignacio: Submarino: un año de inmersión en la red: http://www.baquia.com /com/20001129/art00016.html

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http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2004/01/17/u-692832.htm

Pollock, Robert: “All those words (and so little time to read them)

http://www.opinionjournal.com/taste/?id=95000946, The Wall Street Journal, agosto 10, 2001.

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http://www.publishersweekly.com/article/CA6346866.html

Shirky, Clay: “Powers, laws, weblogs and inequality”,

http://www.shirky.com/writings/powerlaw_weblog.html

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Libros:

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Barthes, Roland: Variaciones sobre la escritura, Paidós, Barcelona, 2002.

Eco, Umberto: Apocalípticos e integrados, TusQuest Editores, Barcelona, 2001.

Greco, Albert N, Rodriguez, Clara R, Wharton Robert: The Culture and commerce of publishing in the 21 st Century, Standforf 2007.

Hanna, Nagy K: From envisioning to designing e-development: the experience of Sri Lanka. Directions in Development, Information and Communications Technologies, The World Bank, Washington, 2007.

Romano, Frank: Status of printing in the United States, Pennwell, Nashua, 2005.

Van Delft, Marieke; de Wolf, Clemens: Biblioplis, History of the printed book in the Netherlands, Zwolle Waanders Publishers, Den Haag Koninklijke Bibliotheek, La Haya 2003.

Zaid, Gabriel: Los demasiados libros, Anagrama, Barcelona 2001.



[1] Van Delft, de Wolf: 159.

[2] Es Profesora de la Universidad Erasmus de Rótterdam. La cita es tomada de una conferencia leída durante la reunión anual de la Sociedad para el estudio de la historia de la autoría, el libro y las publicaciones (SHARP), celebrado en La Haya en el 2006. “In the book publishing industry the shift away from the privately owned, once gentlemanly world of literary publishing to the harsher arena of conglomerate.” giants with concentrated and accumulated power, resulted in a strong focus on the pursuit of “the big book” or the bestseller.

[3] Fernando Estevez, quien fuera editor de Alfaguara aseguró que una vez alguien engancha con una obra escrita “sus seguidores compran casi compulsivamente cualquier cosa que ese autor publique" (Martínez, 2004).

[4] En Apocalípticos e integrados, Umberto Eco lo expresa de esta manera: “al difundir por todo el globo una ‘cultura’ de tipo homogéneo [los productos de cultura masiva, como los bestsellers] destruyen las características culturales propias de cada grupo étnico”. (56)

[5] Eco, 35.

[6] Our research indicates that 7 out of 10 frontlist hardbound books fail financially (i.e they do not earn enough to cover the author´s advanced and other editorial, marketing, and overhead costs), 2 book break even, and 1 is a hit.

[7] Al respecto cabe citar al CEO de Google Eric Schmidt: Lo sorprendente de la larga estela es cuán larga es y cuántos negocios no han sido atendidos con las opciones tradicionales del mercado (Anderson, 214).

[8] Greco, Rodriguez, Wharton, 29.

[9] De acuerdo a Umberto Eco, los primeros pasquines impresos con alardes revolucionarios, satíricos o informativos carecían de fecha de impresión, “porque ostentaban ya la primera característica de la cultura de masas, ser efímeros” (32).

[10] The more we explore alternatives, the more we are drawn to them.

[11] Books, like music, are among the few commercial products that can be reduced to digital files, stored, located, and transmitted electronically at virtually no cost.

[12] Hablando de comportamientos difíciles de predecir, vale la pena dejarse advertir por la historia. Johannes Gutenberg, un empresario católico, creyó que distribuyendo Biblias de menor costo ayudaría a consolidar el catolicismo en la quebradiza Europa de su tiempo. En vez de eso, fomentó la reforma protestante.

[13] Readers select or reject a new book not by revealing preferences they already have but discovering what they like or dislike about a new book (Greco, Rodriguez, Wharton, 29).

[14] A reader would select a file; the file would be transmitted over a secure network; and within minutes, the machine would print a single copy, in any language (Epstein, 2).

[15] They want stores and libraries to use the machine to print copies of slow-selling titles or books that have temporarily gone out of stock, as well as rare books (Rosen, 2006).

Wednesday, August 29, 2007

Galeria Apátrida & Los mese perdidos presentan

ENREDADOTRAVEZ

Descubro con sorpresa que hace más de seis meses no escribía en este espacio. La falta de compromiso es evidente. Puedo encontrar varias y diferentes excusas:
-En este tiempo recorrí Holanda en bicicleta (Leiden-Groningen: 7 días, regreso en bus), armé un equipo de fútbol de perros en Chia, me convertíen el campeón de Piquis (Canicas) en varios pueblos de Colombia, fui el gusano de la Gran Manzana, me volví un Santo en Grecia, me vi en el espejo en el cual Suleyman el Magnífico suspiró después de verse manipulado por su esposa, abracé a Aristóteles en Thessaloniki, conquisté una isla de piedra y traté de prender un carro muerto de "segundazo" en la Playa de la Monja.
- Escribí una tesis de Maestría y preparé la sustentación.
- Me metí, de cabeza, en Facebook (eso explica casi toda mi ausencia en los círculos sociales habituales).
- Me mudé a La Colonia Griega de Breestraat, trasteando un año de fotocopias, volantes, cds quemados, revistas robadas del tren, recibos, pagarés no cobrados y notas varias.
- Alquilé la casa número 14 en Jacob Katzlaan.
-Leí tres novelas, cinco obras de teatro, cinco libros de poemas.
-Escribí un cuento, un poema y una obra de teatro (todos rechazados por, incluso, las editoriales más perratas del viejo mundo, incluso les ofrecí dinero)
- Me volví fotógrafo voluntario para Amnesty International Regio ZZ, Holanda.
- Escogí la figura que quiero tatuarme.
- Me dejé el bigote hasta que encontré la razón por al cual la mayoría de hombres no se dejan el bigote: el olor de la comida se queda impregnado en los pelos...

Al contrario de lo que le pasa a Roberto Bolaño (él sí un escritor de verdad) a mi lo que me jode es que sólo tengo "certeza vital" y nunca el tiempo (o el talento) suficiente para convertir todo eso en certeza verbal. En ambos casos nada de lo anterior existe. En el segundo caso porque las palabras nunca fijan las cosas con suficiente exactitud y en el primero porque ninguna memoria es lo suficientemente amplia como para almacenar con fidelidad, si quiera de manera remota, lo que se vive.

Al pensar que los pocos lectores que tenía pueden haberse largado a perder el tiempo en otras líneas, estás sí actualizadas a menudo, siento un poco de verguenza. Quizás mi madre es la única que siga consultando mi blog con la esperanza de tener noticias de su hijo. Madre, a tí, este resumen y mi promesa (de nuevo) de mantenerte informada: estoy bien, como tres veces al día, me baño regularmente.

Menos mal no incluí el link de este blog en ninguno de los CVs que he entregado últimamente.



Sunday, March 18, 2007

Galeria Apátrida & Master Dylan present



Well, I'm livin' in a foreign country but I'm bound to cross the line
Beauty walks a razor's edge, someday I'll make it mine.
If I could only turn back the clock to when God and her were born.

"Shelter from the Storm"
Bob Dylan

(La foto se la debo a Rafapérnico , contemplador de estrellas)

Sunday, March 4, 2007

Galeria Apátrida & Eventos Selene presenta

Eclipse

Así se vió desde la ciudad de Rotterdam.


...ya nos veremos en tres años.


Monday, February 26, 2007

Galeria Apátrida & Aldrovandi-Clusius present

NOSTALGIA DE LOS MONSTRUOS

Algunos de los libros conservados en la Biblioteca Tiziana de la tranquila población de Leiden en Holanda esconden los monstruos que habitan la lejana América de los siglos XVI y XVII. La Galería Apátrida y sus socios ocasionales se complacen en traerles a ustedes algunos de estos seres de maravilla. Hay uno que se alimenta del viento y a muchos los sustentan la falta de argumentos científicos.

Las cifras de la historía dirán que qué mal esos europeos imaginándo gigantes acéfalos, monstruos y animales horribles; que imágenes como la de los caníbales justificaron los peores crímenes de nuestra historia. Los más optimistas dirán que gracias al "descubrimiento" somos lo que somos: la raza alegre, mixta y trabajadora, bla, bla, bla.

La Galería no se compromete con ninguna de las dos tendencias. Para desgastarse en ese tipo de discusiones existen muchas otras arenas. Aqui sólo se presentan algunas pruebas de que América estaba inventada mucho antes de que don Américo, en 1504, le escribiera al patrón Medicis: "Mano, Colón estaba equivocado".

América estaba en los sueños de los Europeos y fue, por algunos años y para algunos, el escenario donde se vertían todas las maravillas de los mitos, las religiones, los cuentos de viajeros como Sir John Mandeville, Simbad y los vikingos. No se debe reducir la historia a argumentos morales. Las relaciones entre los hombres están mediadas en una gran medida en los escenarios de la imaginación y allí lo bueno y lo malo y lo feo y lo bonito se trenzan en lazos que sostienen los bloques y las generaciones que construyen los mundos que han de venir.

La siguiente curaduría se organiza con motivo del lanzamiento del proyecto de digitalización de algunos de los textos de la nombrada Biblioteca, parte del MA Book and Byte de la Universidad de Leiden.

Este es el que se conoce como El mapa de De Bry. Si se agranda la imagen podrá ver un armadillo gigante justo encima de la linea equinoccial, un tigre, un león, una amazona y un descabezado. Este último es nombrado como "un hombre de la tiera de Iwaipanoma sin cabeza".

Desde sus primeros relatos los europeos adjudicaron talentos extraordinarios al hombre americano. Como parte de su "salvajismo" se contaba la capacidad de éste de interactuar con los mounstrous, sin duda una característica que despertó temor a conquistadores, narradores e ilustradores.

Tuesday, February 6, 2007

Galería Apátrida y Stay Human

Esta es la última adquisición de la Galería. A partir de este momento hace parte su bandera. Es la historia de Michael Franti, famoso músico de San Francisco, que decide tomarse el hippismo muy en serio y arrancar, no a protestar inutilmente en los prados de Washington o fumar marihuana a las aceras de Ginebra, sino a rodar un docuemental en el centro de la candela. El docuemntal está dividido en dos partes: la primera parte es su visita a Iraq en medio de la ocupación gringa y la segunda, como si esa visita fuera poco, Israel y Palestina.

Se va con su guitarra sin hablar nada de los idiomas locales. Cuando tiene problemas para comunicarse toca la guitarra. La gente responde: o lo rodean en un círculo feliz o se va sin decir más... Nunca una pelea. En la primera parte del documental se pasea por las calles de Bagdad hablando con artistas de tatuajes, directores de emisoras clandestinas, intelectuales, viudas, madres que perdieron a sus hijos, taxistas, soldados gringos... Como ha de esperarse, todos contestan lo que ya todo el mundo sabe: "Si estábamos mal con el tio Sadamm y empeoramos con las primeras tropas marines, la situación con el US Army y sus equivalentes europeos sólo ha empeorado"...

Mientras que la ocupación en Iraq va empeorando (y las armas de destrucción masiva??), no muy lejos de allí la confrontación entre invadidos e invasores suma décadas de existencia. Entre la estupidez de la WAR ON TERROR y los excesos inauditos de las INTIFADAS, Israel y Palenstina se enfrascaron en una olla a presión que genera juventudes divididas, sordas y llenas de odio. Franti nos muestra ambas caras de la moneda: se va a la franja de Gaza y habla con soldados isrealíes y con agitadores palenstinos; entrevista a jóvenes israelíes que se niegan a unirse al ejército y filma a campesinos que diariamente cruzan la "linea verde", una especie de frontera estrictísima impuesta por los israelíes que los obliga a pasar largos controles para cultivar en sus propias tierras durante el día y regresar, atravezando los controles nuevamente, por la noche.

Desde Jerusalen Franti nos presenta toda clase de personas que desde la boca del lobo trata de armar una sociedad en la tan nombrada y ensangrentada (dizque) Tierra Santa: músicos árabes e israelíes que se reunen a improvisar juntos, madres de lado y lado cuyos hijos murieron en enfrentamientos y que, en medio del dolor, deciden conocerse, unirse y volverse un ejemplo de reconciliación para el mundo.

El mayor logro de Franti, según la humilde opinión de esta galería, es haberse ido a "ver" como era de los territorios en guerra sin otro estandarte que la música como elemento de unión, alegrpia y esperanza. Llevando su música a soldadados de bando y bando, distensiona, al menos por un ratico, a terroristas, asesinos, invasores o rebeldes, sea cual sea su bandera. "Medir el costo humano de la guerra" se repite, es el objetivo del documental. Increible pero cierto. Por "costo humano" nos habían habituado a entender "número de cadáveres".

Los muertos no sirven para acabar guerras. Las guerras las sufren quienes permanecen vivos, los que quedan son los que se acostumbran, luchan, se rinden o hacen las paces. Durante los 86 minutos que dura este docuemntal, la Galería Apátrida garantiza treinta momentos en los que el espectador se conmoverá. Al final es la misma vieja e incómoda sensación: Vivimos en un mundo de mierda en donde la gente muere sin saber por qué, en donde los soldados son obligados a pelear para satisfacer el apetito de poder de unos pocos cobardes de corbata.

El hippismo vuelve pero esta vez es más convincente. Publicaciones como ésta prometen acciones contundentes, concretas y masivas. Esperemos que no haya nada de "locuras" como recibir a los periodistas en la cama. Hay que ver los links de ayuda que se promocionan en el cuadernillo del mismo. Para empezar:

http://www.iknowimnotalone.com/

Thursday, February 1, 2007

Galeria Apátrida & Banksy present

Otra casualidadEstaba en el bar de Zwarte Ridder en La Haya cuando mi atención se fijó en esta imagen. Creo que los visitantes de la Galería estarán de acuerdo conmigo al afirmar que el humor provocativo de este Banksy tienen pocos competidores dignos. Titulé la exposición "Otra Casualidad" porque resulta que hice un corto artículo donde hacía referencia a este mein. Se trataba de un mini reportaje a los colectivos de artistas urbanos que hay en Bogotá.
Recuerdo con especial cariño a los muchachos de Excusa2 que me llevaron a stenciliar por las calles del centro de Bogotá y me contaron de lo que se trataba todo esto del grafiti y la cosa. Supe que empezaron a hacer recorridos alternativos por Bogotá antes de que lo alternativo fuera otra de las cosas del main stream. Ellos usaban a este Banksy como un refrente de buena calidad y creo que estaban en lo cierto. Muchachos, desde que estudio en Europa he visto muchas cosas y lo que ustedes hacen (o al menos lo que hacían esa época) está muy por encima de muchas cosas de éstas.
Manuela Montoya fue una ayuda INCONDICIONAL y vital para el buen éxito de ese texto y todo el equipo de El Franco fue un apoyo muy importante. A Excusa2, a MM, AB, Natalia, Pollo y todos los demás un abrazo, si algún llegan a leer esta sencilla recapitulación de cosas perdidas.